(Portafolio) ¿Tenemos talento suficiente para impulsar la economía naranja?

(Portafolio) ¿Tenemos talento suficiente para impulsar la economía naranja?

l impacto de la industria cultural en el país es una realidad. La economía naranja se ha abierto espacio en el PIB de Colombia y empieza a registrar números importantes en este indicador económico: tiene una participación de 6,2 billones de pesos,según cifras del Dane.

Las actividades económicas de estos sectores van desde la arquitectura, las artes visuales y escénicas, artesanías, pasando por el cine, el diseño editorial, y hasta se alcanza a cubrir el cine, la música, la moda y los juguetes.

Tan solo en Bogotá, el sector está constituido por más de 8.900 empresas que generan alrededor de 57.000 empleos. Pero ¿Qué tanto potencial tiene el país para desarrollar toda la velocidad de la maquinaria naranja?

Jorge Iván González, docente e investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, anota que el desarrollo de estas actividades no pasará de cosechar algunos talentos excepcionales cada tanto, mientras no haya inversión del Estado para estimular la industria desde las escuelas.

“Los niños de todos los colegios públicos deberían tener cercanía con alguna actividad artística y eso necesita recursos. Hay que avanzar en la jornada única, hay que comprar instrumentos, eso es clave, pues desde el principio usted necesita que haya estímulos para el teatro, para la música, entre otras cosas”, asegura.

González agrega además que la tendencia no se revertirá “mientras tengamos colegios con tan pocos recursos, con tres millones de pesos año por estudiante, pues con ese presupuesto usted no puede tener pianos, clarinetes o saxofones”.

En esa línea, Alejandro Franco, director de Ruta N, centro de innovación y negocios de Medellín, señala que si bien todavía hay mucho por hacer desde la academia la apuesta por el talento colombiano es a fondo.

“Estamos convencidos del poder transformador y reparador que tiene la creatividad y la cultura en nuestro tejido social. A partir de ahí, hay un potencial enorme en la generación de ingresos e incentivos para el país”, apunta Franco.

El directivo precisa que Ruta N viene liderando laboratorios de innovación que tienen impacto en tres sectores fundamentales: empresarial, educativo y público.

Concretamente, desde la academia buscan trabajar desde las bases para formar niños a través de proyectos, que estimulen unas necesidades claras para que desde su formación y conocimiento den solución a las mismas.

“¿Qué se puede hacer? Lo primero es trabajar en que los niños puedan tener otros modelos, otros prototipos, otros motivadores que los lleven a salirse de lo tradicional”, precisa Franco.

Y agrega que para impulsar la maquinaria naranja se deben crear ambientes propicios que generen las condiciones indicadas que ayuden a las conversaciones entre el talento, la institucionalidad y el mercado, con el fin de hacer que más emprendimientos creativos y culturales prosperen.

“Es un tema muy importante el tema de formación de capacidades, nosotros queremos rápidamente hacer que de ideas pasemos a proyectos y de proyectos a negocios”, precisa.

Johanna Harker, directora de la aceleradora Wayra, coincide en que el desarrollo del talento para impulsar la economía naranja en el país tiene que darse desde la base escolar. “Es un cambio de paradigma donde tenemos que empezar a educar al niño y decirle desde muy pequeño que una opción de vida es el emprendimiento. Para eso tenemos que hacer un trabajo importante en identificar en ellos esos talentos y capacidades”, precisa.

La directiva anota que si bien no todo el mundo nace para ser emprendedor, se pueden desarrollar unas capacidades y habilidades especiales. “Hay otros que nacen con esas cualidades muy desarrolladas y solo es darles un empujoncito y lo logran”, dice.

Del mismo modo, Harker puntualiza que con la ley de emprendimiento se han dado en los colegios y universidades los primeros pasos en ese sentido, pero se debe tener cuidado en quién dicta esas clases. “Tenemos que empezar por lo básico, que son modelos de roles, en los que vayan emprendedores jóvenes que tengan la capacidad de conectarse con historias de éxito para motivar a los estudiantes”, recalca.

Tomado de: Portafolio

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