El 2018 parece haber iniciado bien para el mercado petrolero mundial por cuenta de la recuperación en los precios internacionales. Después de la fuerte caída en los precios del petróleo y tras los acuerdos de la OPEP, en 2017 los precios cerraron en un promedio de US$ 54 por barril, cuando las perspectivas auguraban un precio de incluso US$ 50. Este incremento en los precios está influenciado por varios fenómenos:
• Incremento en la demanda de China, que pasó de consumir 11,5 millones de barriles al día en 2016 a 12 millones en 2017 (el mayor consumo de ese país en la historia).
• Disminución global de inventarios, que se ubican en 74 millones de barriles para las economías desarrolladas en cumplimiento de los recortes de la OPEP.
• La peor producción de crudo de Venezuela en 30 años, que se ubicó en 1,6 millones de barriles diarios, cifra similar a la producción de 1987 y 1988 y por debajo, por primera vez, de 2 millones diarios desde 1990.
• Tensiones geopolíticas en Irán y en el Golfo Pérsico. La situación económica de Irán ha despertado preocupación por el aumento de
la inflación, el alto desempleo y la creciente desigualdad económica.
• Finalmente, las expectativas de crecimiento de demanda en 2018 también han presionado al alza los precios del petróleo. En esta misma línea el gobierno de Estados Unidos, en cabeza de su presidente Donald Trump, manifestó en su ‘Estrategia de Seguridad:
Promover la prosperidad americana’, que el sector energético, en especial el petróleo, serán determinantes para el crecimiento del país.
Así se consagra en el segundo pilar de esta estrategia en el área energética, la cual se concentra en “el aprovechamiento de su dominio global”. La estrategia parte de reconocer que, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, este país se convertirá en una nación que podrá ejercer dominio energético mundial.