A la academia se le critica su desconexión con los problemas reales. No extraña pues la circunstancia en que cada vez más los jóvenes dejan de creer que pasar seis años leyendo y haciendo trabajos va a mejorar su calidad de vida, mientras un político corrupto –muchas veces sin estudios o con títulos falsos- se gana en un contrato lo que no obtendrá un profesional en toda su vida laboral.
Pero eso no justifica el deterioro de las universidades, sino -por el contrario- obliga a replantear su rol en la sociedad y las estrategias que debe adoptar para que sus estudiantes sean promotores del desarrollo económico.
La importancia de la investigación científica está fuera de cualquier discusión. Cuando a Richard Dawkins le preguntaron en una conferencia ¿cómo justifica la ciencia?, respondió: “porque funciona. Los aviones vuelan, los carros andan, las computadoras computan. Si basas la medicina en la ciencia, curas personas. Si basas el diseño de los aviones en ciencia, vuelan. Si basas el diseño de cohetes en ciencia, llegan a la Luna”. Pero algunas universidades están más interesadas en el entretenimiento de sus clientes que en las discusiones científicas.