(Portafolio) La inversión se mueve con demanda

(Portafolio) La inversión se mueve con demanda

POR: MARIO HERNÁNDEZ ZAMBRANO

Paul Krugman, premio nobel de economía y considerado uno de los teóricos menos ortodoxos, acaba de publicar en el diario El País, de Madrid, un artículo que nos cae como anillo al dedo en la coyuntura que está viviendo Colombia con la discusión sobre los impuestos, y que debería ser objeto de análisis por parte de nuestros expertos, en particular, de quienes tienen en sus manos el diseño de la política económica, el ministro Carrasquilla y su equipo.

La referencia tiene que ver con la decisión de entrada de Donald Trump de rebajar los impuestos a las multinacionales con el objetivo de lograr mejoras decisivas en la economía, lo cual, a su entender, no se ha logrado, y el mandatario va a llegar a las elecciones del 2020 con un saldo desfavorable: las grandes empresas usaron los beneficios de impuestos para recomprar sus propias acciones y no para generar más empleo y ampliar su capacidad.

Volvamos a Colombia. Nadie puede discutir que aquí las tasas de impuestos para las empresas son altas y que se deben bajar, pero lo que no es claro –según Krugman– es que las decisiones empresariales de inversión sean sensibles a los incentivos financieros y a las reducciones de impuestos, y eso es válido en Estados Unidos y aquí. Lo que le importa al aparato productivo es la percepción sobre la demanda del mercado. Si se prevé que esta va en aumento, la ampliación de la capacidad responde con mayor inversión. Es simple racionalidad y sentido común, claves en la toma de decisiones empresariales. Generar mayor ingreso implica más consumo y riqueza o PIB. Qué bueno conocer los objetivos en este sentido, más allá de la coyuntura. Por ejemplo, cual es la meta realista del PIB del país a cinco o diez años, tanto global como per cápita.

En nuestro país, es el consumo el que mueve la economía, las ventas, dicen los empresarios. Se estima que el consumo responde por cerca del 70 por ciento del crecimiento del PIB, pues las exportaciones, el otro componente de la demanda, deja mucho que desear por nuestra baja capacidad competitiva, sobre la cual se habla mucho, pero no pasa nada.

Hoy estamos en las mismas condiciones de comienzos de los años 90, cuando se trajo a Michael Porter, quien nos dijo la verdad, y no hicimos nada. Digo que no estamos mejor, lo cual es estar peor en términos relativos. Por ejemplo, a los arroceros debería darles pena pedir protección para que no entre el producto de Ecuador y Perú, porque no podemos competir con los cultivadores de esos países. Increíble, pero cierto.

Por eso, merece darle una mirada consciente al proyecto de la ley de financiamiento con el que el Gobierno pretende lograr los 14 billones de pesos que, sin duda, se necesitan para tapar el hueco fiscal, pero que, a decir verdad, se pueden sacar –en buena proporción– a través de instrumentos ligados al otro componente de la ecuación, el gasto público. Y de un trabajo muy serio contra la informalidad y la evasión, que las mismas entidades estiman en unos 50 billones de pesos.

Subir las tarifas de impuestos para salir del paso es fácil, pero no es una salida estructural. En el corto plazo, puede dar resultado, pero el daño sobre la dinámica de la economía, que se sustenta en el consumo, puede ser grande. El presidente Duque lo sabe y tiene una gran inteligencia para ponerlo en práctica.

P. D. El asunto se complementa con la necesaria reinvención que requiere la economía colombiana, condición casi única para ser más ricos todos y tener con qué pagar las necesidades públicas de una sociedad cada día más exigente. Tema para otro día.

Tomado de: Portafolio

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